¿Da el dinero la felicidad?


El dinero no da la felicidad

“En la India pueden ser pobres, ¡pero son tan felices¡ y es que en occidente tenemos mucho que aprender de la felicidad en las cosas sencillas de los africanos”
Estas palabras no son sino una caricatura de un lugar común tantas veces oído y repetido, los pobres son más felices que los occidentales “a pesar de no tener nada”.
(Nótese que este “a pesar” es especialmente significativo, pues quien lo dice está situando la felicidad en el poseer, es quien lo dice quien muestra una correlación directa entre la posesión y la felicidad. En la propia negación ya revela que en su razonamiento hay una relación entre ambos conceptos. Significativamente no dice “a pesar de tener una menor esperanza de vida”, o “a pesar de tener una altísima mortalidad infantil”, o “a pesar de vivir bajo regímenes opresores” que podrían ser conceptos también relacionados con la felicidad).
La cuestión es que este lugar común se sigue repitiendo hasta la saciedad, incluso por economistas de tanto prestigio como Jeffrey Sachs, ya que en economía se conoce como la paradoja de Easterlin desde 1974.
Dice la paradoja de Easterlin que dado un nivel de vida mínimo, la felicidad que declaran los individuos no varía significativamente aunque aumente el nivel de renta. Esto es, la demostración estadística de que “el dinero no da la felicidad”. Desde entonces tal estudio ha hecho correr kilómetros de paper académico y ríos de tinta de manifiestos y proyectos políticos (incluso alguna ley, incluso).
   Pero como muy bien se denuncia en el -muy recomendable- blog de El País “África no es un país” el sostener que sigue existiendo tal paradoja, o que no es el dinero el principal factor que hace aumentar la felicidad de los ciudadanos cuando “Sea como sea, la realidad es que de los 156 países de los que habla el estudio el más feliz del continente africano parece ser Islas Mauricio que aparecen en el puesto 64 de la lista.” parece más bien una actitud política interesada para promover el Índice de Felicidadde Bután que otra cosa, pues:
Sin embargo, de la lectura del texto surgen algunas dudas. Por ejemplo, si los países más felices son los más ricos y los más infelices los más pobres, entonces algo tendrá que ver la economía, la distribución de la riqueza…, en todo esto. Para que un país sea más feliz debe acercarse al pleno empleo o dar buenos servicios sociales a sus ciudadanos y eso depende mucho de la riqueza del estado, creo yo.
Pues como muy bien dice el profesor Sala i Martín  no tiene ningún sentido la paradoja de Easterlin.
Los resultados de las encuestas de Gallup (que, por cierto, Sachs no puede alegar desconocer pues también comenta) demuestran que sí que hay correlación entre ser más rico y ser más feliz, lo que es una obviedad para cualquiera que  observe a sus semejantes, como dice Xavier:
Conclusión: la paradoja de Easterlin no existe. Y eso no debería ser una sorpresa: cualquier analista razonable debería haber concluido que, cuando 6.000 millones de personas trabajan duramente para mejorar su situación económica y un sabio les dice que son tontos porque su esfuerzo no les va a reportar más felicidad, tarde o temprano se demuestra que los tontos no son los ciudadanos.
(De hecho no me deja de asombrar como los científicos sociales aceptan las paradojas como algo dado, como por ejemplo la famosa «paradoja del ahorro de Keynes«, cuando por definición una paradoja es 
 1. adj. desus. paradójico.  
2. f. Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas.
3. f. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera. 
4. f. Ret. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. Mira al avaro, en sus riquezas, pobre
  Se entenderá que no parece muy razonable aceptar una «aserción inverosímil o absurda» o algo «opuesto a la común opinión» como algo dado que no merezca mayor investigación o explicación para una ciencia; y que en lugar de tratar de resolver la paradoja se intente dar recomendaciones de comportamiento a los ciudadanos).

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